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Se realiza mediante la infiltración profunda de ácido hialurónico o Radiesse, dependiendo de las necesidades del paciente y de la valoración médica. El especialista aplica el producto cuidadosamente para rellenar la fosa temporal, mejorar la armonía facial y suavizar la apariencia de hundimiento, logrando un resultado equilibrado y estético.
Los resultados son inmediatos tras la sesión, con un efecto de volumen restaurado y contorno más definido. La zona tratada adquiere un aspecto más joven y saludable, con un perfil facial equilibrado. La duración del efecto suele mantenerse entre 12 y 18 meses, dependiendo de factores individuales y del producto utilizado
Tras el procedimiento, es posible que se presente leve molestia o inflamación localizada, que desaparece en pocos días. Se aconseja evitar fricción, presión intensa o exposición a calor local durante las primeras 24-48 horas para asegurar que el producto se integre correctamente en los tejidos.
El relleno de la fosa temporal es un procedimiento estético altamente efectivo para devolver volumen a la región de las sienes, que con el envejecimiento puede mostrar hundimiento y pérdida de definición. Esta zona es clave para mantener la armonía del rostro, ya que una pérdida de volumen puede acentuar la apariencia de fatiga, la caída de los párpados o la prominencia de las líneas de expresión cercanas a la frente y los ojos.
En Clínica Olive, el tratamiento se realiza de manera personalizada, evaluando la anatomía facial y la simetría del paciente. La técnica busca no solo restaurar el volumen, sino equilibrar el tercio superior del rostro, suavizando transiciones entre frente, pómulos y sienes, y potenciando una apariencia rejuvenecida natural.
El procedimiento se realiza mediante la infiltración profunda de ácido hialurónico o Radiesse, adaptando la técnica a cada paciente según la cantidad de pérdida de volumen y la textura de la piel. Se puede usar cánula para lograr una distribución homogénea y minimizar hematomas o irregularidades, o aguja fina en puntos específicos de apoyo estructural.
Además, la planificación de la infiltración tiene en cuenta la movilidad de los músculos temporales y la vascularización de la zona, garantizando seguridad y resultados naturales sin afectar la expresión facial. La combinación de profundidad y volumen aplicado de forma estratégica ayuda a reconstruir la estructura ósea subyacente que se va perdiendo con la edad.
Más allá de la mejora visible del contorno facial, el relleno de fosa temporal contribuye a reforzar la zona periorbitaria y la estabilidad de los tejidos circundantes. Esto puede traducirse en un efecto sutil de elevación de las cejas y en la disminución de surcos leves que se forman cerca de los ojos y las sienes.
También aporta un soporte estructural que mejora la integración de otros tratamientos faciales, como el relleno de pómulos o de surco nasogeniano, permitiendo resultados más equilibrados y armoniosos en todo el rostro.
Cada infiltración se planifica de manera individualizada, considerando factores como la densidad de la piel, la profundidad del hundimiento, la simetría bilateral y la interacción con otras estructuras faciales. Esto asegura que el resultado sea natural y que se mantenga la expresión facial del paciente sin cambios artificiales.
En pacientes con pérdida de volumen severa o asimetrías marcadas, se puede combinar el relleno de fosa temporal con otras técnicas de rejuvenecimiento para lograr una apariencia integral y equilibrada, manteniendo siempre la sutileza estética.
El procedimiento es ambulatorio, rápido y mínimamente invasivo. Se realiza en consulta, con anestesia local si es necesario, y la integración del producto en la zona se observa de forma inmediata. Tras la sesión, puede aparecer ligera inflamación o hematomas, que suelen resolverse en pocos días. La observación posterior permite evaluar la necesidad de pequeños retoques para perfeccionar la simetría y mantener la naturalidad.
Los resultados son inmediatos y mejoran la armonía facial desde el primer momento. La duración típica del efecto es de 12 a 18 meses, dependiendo del producto y las características individuales del paciente. Con sesiones de mantenimiento periódicas, se puede preservar el volumen restaurado y la definición de la zona temporal, contribuyendo a un rostro más equilibrado y rejuvenecido a largo plazo.